“Yo ya he hecho lo que pude. Ahora, dale una razón para vivir.”
Palabras del Ángel de la Muerte a Elizabeth Sherman, Hellboy 2
Haines, Alaska, Estados Unidos, enero 2019.
Una pequeña mariposa de color blanco que se hallaba posada sobre la hierba del suelo salió volando despavorida debido al sonido de una exhalación húmeda que se acercaba.
El olor natural de las hierbas alimentaba el sensible y poderoso olfato de un perro que escudriñaba la zona con curiosidad. No era la primera vez que lo hacía, pero siempre que olfateaba de esa forma pareciera como si fuera su primera vez pasando por ahí.
—¡Archer! Ven acá muchacho.
El can inmediatamente reconoció esa voz, era las palabras que siempre decía su dueño cuando se acababa el paseo y era hora de volver a casa. Además, estas palabras le hacían agitar su cola con gran alegría porque siempre que iba corriendo hacia su humano, él lo recibía con caricias, palabras afectuosas, y una golosina que a Archer le encantaba.
—Buen chico —dijo el humano mientras acariciaba el pelaje café y blanquecino de su mascota—. Es hora de volver, la cena pronto estará lista y es mejor que no se enfaden con nosotros por llegar tarde. Y menos en este día que todo ha estado más soleado y seco que de costumbre para ser invierno. Ha de ser un buen augurio.
El humano empezó a caminar hacia su hogar mientras Archer le seguía. Claro que la curiosidad del animal no lo dejaba de invadir, y varias veces en el trayecto tenían que recordarle que había que seguir caminando porque una piedra o alguna ardilla lo hacían desviarse un poco.
Una vez en casa seguía otro ritual. Su humana se saludaba de beso con su humano, y luego dirigía caricias y palabras afectuosas hacia Archer, lo que le hacían agitar su cola incontroladamente.
—Qué bueno que llegan, estoy por servir la comida.
El hombre se sienta en la mesa a la espera de la comida, y Archer se acuesta sobre el tapete que queda cerca a la chimenea. Siempre que vuelve de su paseo diario el perro se echa allí para tomar una siesta mientras el calor del fuego lo calienta, pero esta vez no pudo dormir porque a los pocos minutos escuchó como la comida era vertida en su plato por lo que salió a su encuentro.
Normalmente al pararse del tapete, el perro deja allí una mancha oscura y huellas en el piso por la humedad desprendida, pero esta vez no hubo ni mancha ni huellas.
La mujer sirvió la cena. En el plato de Archer había servido concentrado para perro. En los platos de la mesa puso hamburguesas de alce y dos tazas de sopa de pescado. Al terminar de comer, los tres quedaron satisfechos y preparados para ir a dormir luego de un breve reposo frente al televisor.
Como de costumbre antes de irse a la cama, el hombre avivó un poco más el fuego de la chimenea para tener un sueño más cálido, y esta vez lo hizo más por costumbre como si de algo que hace automáticamente se tratara, ya que esa noche en particular no se sentía tan fría.
Los humanos dormían en una habitación del segundo piso de la casa, Archer tenía su propio cuarto en el primer piso, y aunque en distancia los tres estaban alejados de la chimenea, el calor que la misma irradiaba lograba calentarlos a todos.
Cuando algo que es improbable o que no ha ocurrido antes tiene que pasar, pasa.
Los tres estaban en un sueño muy profundo como en cualquier otra noche. La chimenea empezó a arrojar chispas como normalmente lo hace. Algunas de esas chispas suelen llegar hasta el tapete en el que Archer toma sus siestas llegando de sus paseos, y debido a que aquel tapete quedaba húmedo después de que él se levantaba, nunca prosperaba la ignición.
Pero ese era un día peculiar, estuvo soleado y a la vez muy seco por lo que Archer no dejó humedecido el tapete ni las superficies alrededor con sus huellas. Las chispas de a poco empezaron a coger vida sobre el tapete, después crecieron en tamaño y por último se extendieron. Se alimentaban de todo lo que había a su alrededor pues la mayoría de cosas están hechas de madera, así hasta que creció a un punto que ya era inminente un incendio.
Unos vecinos se dieron cuenta de que desde esa casa salía un humo negro de forma tan abundante que supieron que no era obra de la chimenea. Uno de ellos se acercó a la ventana de la casa y vio una llama gigante que devoraba el interior a la vez que sentían un calor espantoso. Inmediatamente llamaron a los bomberos muy preocupados porque ninguno del interior de la casa salía y ya temían lo peor.
Los bomberos acudieron en pocos minutos a la escena. Cuatro de ellos entraron a explorar, dos fueron al segundo piso y los otros dos lo hicieron en el primero.
Los del segundo hallaron a la pareja de humanos un poco débiles intentando salir mientras el hombre gritaba un nombre con desespero.
—¡Archer! ¡Archer! ¿Dónde estás?
—Señores salgamos rápido de acá —dijo uno de los bomberos—, ya hay dos compañeros en el primer piso buscando por si hay alguien más.
—Encuentren a Archer por favor, es mi perro y también mi familia.
Los humanos salieron de aquella casa en llamas con los dos bomberos. Afuera estaban los otros dos bomberos que exploraron el primer piso.
—¿Y Archer? ¿Dónde está mi perro?
—Señor, no pudimos sacarlo —respondió uno de los bomberos—. Lo vimos envuelto en llamas, y cuando nos acercamos a él para intentar ayudarle, el perro salió huyendo de la casa. No sabemos hacia dónde se fue, pero se veía muy mal herido.
El hombre sintió una gran preocupación, tanto así que perdió el equilibrio y terminó sentado en el suelo viendo como todo lo que tenía se perdía con el fuego. La tristeza no cesó por la doble pérdida, ni siquiera cuando los bomberos lograron apagar por completo el incendio.
Su cara reflejaba el semblante de alguien que se sentía derrotado. En su mente recordaba las palabras que le había dicho a Archer de que ese día traería buenos augurios, ahora la culpabilidad empezaba a asomarse en su corazón.
Sin embargo, un rayo de esperanza lo alcanzó antes de ser consumido por sus emociones negativas completamente, escuchó en el radio de uno de los bomberos de que habían visto un perro quemado corriendo directo hacia el océano, ahí supo que era Archer. Ambos, los dueños y los bomberos salieron a su encuentro.
—Ahí estás —dijo el hombre con lágrimas en los ojos—. Pero, ¿qué fue lo que te pasó Archer?
El perro lucía casi irreconocible, tenía quemaduras de tercer grado que iban desde todo su rostro y cabeza hasta la mitad derecha del resto de su cuerpo. Se le veía sufriendo y con dolor, y aun así agitaba su cola incontroladamente de alegría por reencontrarse con sus dueños, pero las caricias no iban a poder ser, estaba muy mal herido.
Sin pensárselo más, el dueño le pidió una camioneta prestada a un vecino para llevar al perro a algún servicio veterinario de urgencias lo más pronto posible. Así pues, él, su esposa, y Archer fueron directo al consultorio de la reconocida Veterinaria Michelle Oakley.
Al llegar al centro de atención hubo malas noticias, la veterinaria no estaba porque apenas venía de camino desde California y le sería imposible atenderlos. Teniendo en cuenta que Archer necesitaba atención urgente, debían acudir otro sitio pronto, pero hubo más malas noticias. El centro de atención veterinaria más cercano quedaba a 7 horas en automóvil.
—Sólo te pido que resistas muchacho —dijo el hombre a Archer con los ojos vidriosos temiendo lo peor—, te llevaremos lo más pronto posible.
De nuevo, sin pensárselo mucho, los tres cogieron camino hacia ese lejano centro veterinario. Archer cayó en el asiento trasero y cerró sus ojos debido al trauma violento sufrido, ya no hacía ruido ni hacía el más mínimo movimiento, yacía en la posición de un animal que está inerte.
El hombre lo vio desde el espejo del retrovisor y las lágrimas le empezaron a salir de los ojos mientras seguía conduciendo.
—Primero perdimos nuestra casa —dijo el hombre sollozando—, y ahora perdimos nuestro perro.
La esposa irrumpió a llorar también. Ambos dentro de la camioneta tenían semblantes de tristeza intensa.
En el camino apareció una señal que indicaba un retorno en la próxima milla. El hombre ya se había decidido a tomarlo para volver. En su mente estaba eligiendo el sitio entierro del perro, pero esa imagen lo hacía sentir aún peor.
Cuando estaba a pocos metros de dar el retorno, la pareja escuchó una fuerte exhalación. Archer seguía vivo. La esperanza volvió a ese carro y pasaron por alto el retorno retomando rumbo al centro veterinario lejano.
—Archer, ¡eres el mejor! ¡Resiste! Conduciré lo más rápido posible para que te atiendan. Recuerda que te queremos.
Al día siguiente
Los veterinarios de ese centro lejano habían atendido a Archer, ahora se encontraba estable. Lo habían hidratado y habían vendado sus quemaduras. Infortunadamente eso no sería suficiente.
La puerta del centro se abrió y todos los trabajadores miraron a la persona que entraba como si fuera una celebridad. Era la veterinaria Michelle Oakley a quien habían puesto al corriente del incendio y de la condición del perro, así que desvió su viaje para poder ir a ayudar a Archer.
Cuando la Dra. Oakley revisó a Archer, supo dos cosas. La primera fue que ese perro era un luchador, sobrevivió a pura fuerza de voluntad pues cualquier otro perro no hubiese aguantado un viaje de 7 horas en esas condiciones y habría muerto. Y la segunda fue que ella tampoco iba a poder hacer más de lo que los demás veterinarios le habían ayudado hasta ahora.
—Archer es un luchador, ha sobrevivido contra todo pronóstico —dijo la Dra. Oakley a los dueños del perro—. No obstante, necesita más atención de la que aquí o yo pudiéramos darle. Lo bueno es que está estable y podemos regresar a Haines para seguir el proceso en mi consultorio. Además, una amiga mía, la Dra. Jamie Payton, irá hasta allá y nos ayudará. Dice que ha estado estudiando un método para curar quemaduras muy efectivo, espero que pueda ayudar a Archer.
–Le agradezco mucho doctora —respondió el hombre con una cara que mostraba alegría y esperanza pero que en pocos segundos se transformó en preocupación—. Pero… no le puedo pagar. Hemos perdido todo en el incendio.
—No se preocupe por eso, lo importante es ayudar a Archer. Honestamente no sé mucho de cómo tratar quemaduras de animales tan severas, así que Archer será mi maestro para que yo sepa qué hacer en un futuro cuando tenga que tratar otro animal con lesiones similares. Entonces no me tiene que pagar nada.
—Doctora, muchas gracias nuevamente. Usted es un instrumento de Dios.
La Dra Oakley entró para preparar a Archer para otro viaje de 7 horas de regreso en carretera. Y la pareja fue a preparar la camioneta para que todo estuviera listo para el trayecto.
—Amor —dijo la esposa abriendo la puerta trasera de la camioneta—. En realidad, no hemos perdido nada.
—Lo sé cariño, desde que tengamos a Archer y estemos los tres juntos podemos recuperar lo nuestro.
—Bueno sí, pero no me refiero a eso. Quiero decir que no hemos perdido nuestras pertenencias.
—¿A qué te refieres?
—Verás, olvide decírtelo antes, y con todo esto del incendio y de Archer también lo olvide. Hace dos días fui a una aseguradora y firme un seguro para nuestra casa que cubre varias cosas, entre ellas incendios. Así que cuando volvamos y Archer esté curado, podemos ir a cobrar el seguro. ¡Recuperaremos todo!
La pareja se abrazó y volvieron a llorar, pero esta vez de alegría.
Meses después
Archer salió de la camioneta de sus dueños corriendo muy alegre, y con su incontrolable movimiento de cola saludó a la Dra Oakley quien estuvo pendiente de todo su proceso de recuperación en los últimos meses. Archer la considera a ella una amiga muy cercana.
Las partes quemadas de su cuerpo habían sido tapadas con piel de tilapia pues, en estudios de la Universidad de California Davis hechos por la Dra Payton, estas tienen propiedades curativas y regeneradoras sobre tejido quemado. El tratamiento había sido un éxito, tanto así que este es el día en el que le van a ser retiradas para darle fin al tratamiento.
Debido a su aspecto escamoso, Archer se ganó el apodo de <<asesino de dragones>>. Y bien que lo era, pero no tanto por su aspecto sino por la prueba tan dura que tuvo que superar. Venció las llamas y ahora renacía como un fénix.
Al ser removida la piel de tilapia, debajo de esta el pelaje de Archer había vuelto a crecer y el perro se veía más vigoroso que nunca. Estaba tan contento que no puedo esperar para salir corriendo a jugar y olfatear la hierba como tanto le gustaba.
—Dra Oakley —dijo el dueño de Archer—, le agradezco por todo. Sientase en libertad de pasar a nuestra casa a visitarlo cuando quiera.
—A quien deberían darle las gracias es a Archer. Él nos enseñó que mientras tengamos ganas de vivir, esa voluntad nos mantendrá vivos hasta las últimas consecuencias. Y ya veo que el amor que sienten por él fue la razón que lo mantuvo con vida.
Gracias al suceso con Archer, la Dra. Oakley y su equipo aprendieron mucho sobre cómo tratar quemaduras severas en animales. Sin saberlo, este conocimiento iba a ser más valioso de lo que pensaban porque poco tiempo después grandes incendios iba a asolar a Australia entre junio de 2019 y mayo de 2020, y ellos estarían en la primera línea ayudando a los animales afectados.
La voluntad es una fuerza superior
“…Keter (la voluntad primera y original; el instinto) es la fuente de la libertad de elección del hombre en su capacidad para elegir cómo actuar y reaccionar frente a las situaciones de la vida…”
Jaim Kramer & Abraham Sutton, Anatomía del Alma
Aquel que tiene voluntad puede superar hasta la muerte.
Aquel que tiene voluntad puede acceder a niveles de fuerza muy superiores.
Cuando hablo de voluntad me refiero a cuando tomamos decisiones 100% comprometidas. Ten cuidado de no confundirla con lo que colectivamente conocemos como <<fuerza de voluntad>>, la cual es una fuerza finita que nos mantiene funcionando cuando no hemos tomado decisiones comprometidas, pero de esta última hablaremos un poco más adelante.
La verdadera voluntad es una fuerza infinita.
Esa misma fuerza es la que usamos para permitir o no permitir, tolerar o no tolerar, ciertas cosas en nuestra vida.
Cuando tomas una decisión comprometida de no volver a salir con una expareja que te hirió demasiado, y esa persona quiere invitarte a salir para arreglar lo de ustedes, si tu decisión es real ni siquiera te lo piensas, la palabra <<NO>> brotará de tu mente y de tu boca automáticamente. Así de fuerte es la voluntad real.
Cuando los animales son sometidos a tratamientos médicos fuertes para poder superar alguna gravedad en sus estados de salud, estos suelen recuperarse con bastante rapidez, un ejemplo de esto es Archer. Las ganas de seguir viviendo hacen que se centren en recuperarse a como dé lugar.
Al ser seres tan instintivos se rigen principalmente por las dos máximas que compartimos todos los seres vivos de este planeta: una necesidad de supervivencia y una necesidad de reproducción.
Yo he tenido algunos hámsteres a mi cuidado, son mascotas adorables. Una vez llevé a uno de ellos a una veterinaria especializada en roedores. Ella me dijo que ellos son animales de presa y por lo tanto no suelen demostrar dolor ni molestia a pesar de que puedan tener alguna enfermedad o lesión, ya que mostrarse así los hace ser percibidos como presas más fáciles de cazar ante los ojos de posibles depredadores. O sea, su instinto de supervivencia hace que saquen una voluntad férrea para mantenerse con vida mostrándose fuertes.
En los humanos pasa el caso contrario a los animales con cierta frecuencia. Muchas veces las personas se echan a morir y/o se deprimen ante una enfermedad severa, ante la pérdida de una extremidad, ante la aparición de una deformidad, entre otras posibles afectaciones en el cuerpo. Las emociones aparecen y nos nublan el camino de acceso hacia la poderosa fuerza de la que nos dota la voluntad. Todo esto lo sé porque he estado ahí.
Todavía recuerdo aquel día de mayo del año 2017 cuando había ido a urgencias por consejo de un centro de toma de exámenes donde me había realizado una tomografía, pues en los resultados aparecía que tenía una neoplasia en el colon ascendente. Estaba cerca de ser la media noche cuando un médico entró a la sala, me examinó, revisó mi historial, y vio el resultado de todos los exámenes que me había hecho hasta entonces. Luego me dijo, <<usted tiene cáncer>>.
Antes de ese momento, yo ya llevaba dos meses en los que, literalmente, me había echado a morir y no le ponía actitud a la vida ni a la situación. Si bien era cierto que no me sentía del todo bien a nivel de salud, mi manera de afrontar la situación no ayudaba mucho y el deterioro se hizo más fuerte. Bajé muchos kilos en muy poco tiempo, tenía constantes dolores en la zona donde apareció la neoplasia, no tenía apetito, me despertaba sudoroso en medio de la noche, perdí mi libido, mi cuerpo emanaba hedor, entre muchos más síntomas. En síntesis, no tenía voluntad para vivir porque en mi diálogo interno me decía que ya no valía la pena hacerlo, así que boté a la basura mis sueños y actué en concordancia haciendo nada.
Alrededor de 3 días antes del momento donde me dieron el pronóstico cancerígeno, leí una carta que me había escrito a mí mismo en abril del 2016 donde me decía que creía en mí y en mi futuro y le decía a mi yo futuro que sin importar lo que pasase, yo seguía creyendo en él. Las lágrimas salieron de mis ojos como cascadas y entendí que no podía seguir afrontando las cosas como hasta entonces, así pues, en ese momento tomé una decisión real y comprometida de que todo iba a cambiar y que iba a salir adelante de eso.
Después de que el médico me diera ese pronóstico en mi visita a urgencias, él me ordenó un cuarto para que me quedara desde esa noche internado allá sumado a varios exámenes. Estando en la sala de espera para que me tomaran los primeros exámenes, decidí que no me iba a quedar ahí hospitalizado y me fui. Ya estando en mí casa me dije que, si tenía cáncer, qué genial sería que cuando alguien cuente la historia de mi vida en un futuro, en esa historia hubiese un capítulo donde yo lo superé. En otras palabras, acepté con alegría la situación y me visualicé triunfante.
Pasaron los meses, y gracias al apoyo de mi familia y a mi deseo inmenso de ser más grande que la situación, pude recuperarme sin quimioterapia. Todo empezó a cambiar progresivamente, gané peso, ya no olía hediondo, pude volver a comer con gusto, y recuperé mi libido. No fueron fáciles esos meses, pero amé ese proceso y estuve comprometido a tener mi capítulo como vencedor. Finalmente, en exámenes de meses posteriores el problema pasó de ser una necrosis horrible a ser un simple ameboma y terminó con una cirugía de remoción del colon ascendente el día 24 de enero de 2018.
Logré acceder a una fuerza superior por medio de mi decisión comprometida, hice uso de mi voluntad poniéndole actitud a la situación y teniendo la certeza de que sí podía ser más grande que cualquier enfermedad. Además, logré mantener esa voluntad más tiempo, tanto así que la recuperación de mi cirugía fue en tiempo récord. Se estimaba que iba a durar alrededor de dos semanas hospitalizado, y al quinto día me dieron la orden de salida; me dieron una incapacidad de dos meses, y al mes ya el médico dijo que podía retomar mi actividad física.
Con esta historia que me ocurrió pude entender que la fuerza poderosa de la voluntad real existe, y que, dependiendo del motivo que haya detrás de las decisiones que tomamos, esa fuerza puede ser impulsora o destructiva para nosotros. Por eso hay que ser muy conscientes en cuanto a nuestras intenciones, nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestros actos y nuestras decisiones.
El instinto es la fuerza de voluntad original. Como seres vivos que somos, tenemos acceso a ella. Sin embargo, cuando sabemos darle enfoque a esa fuerza con nuestra intención, la transformamos en deseo.
El deseo es un uso más consciente y sofisticado de la fuerza de voluntad, el cual lo podemos usar para cualquier cosa que nos propongamos pues nos dota de poder para ello. Por ejemplo, cuando nos invade el deseo sexual somos capaces de hacer, decir y comportarnos de maneras que en otros momentos no podríamos, incluso abandonar lo que sea simplemente para satisfacerlo.
El deseo es lo que marca la diferencia entre personas que quisieran hacer un cambio en sus vidas pero pasan los años sin realizarlos, y las personas que en cuestión de meses hacen una metamorfosis sin precedentes.
Sin embargo, como vimos en varios párrafos atrás, para acceder a este poder del deseo debe existir una decisión comprometida que la soporte, de otra manera sería un <<quisiera>>, o sea una ilusión más que algo que pueda atraer a mi realidad.
El núcleo de la palabra decisión es que cortamos cualquier alternativa.
La única forma de saber si tu decisión es comprometida es viendo tus pensamientos. Si una buena parte de tus pensamientos se dirigen hacia la posibilidad de hacer algo que supuestamente decidiste que no ibas a hacer, significa que esa decisión no fue real.
Y, por último, una decisión comprometida debe estar acompañada por una intención adecuada, pues dependiendo de tu intención la vida se encargará de evidenciarlo. Por ejemplo, si decides convertirte en alguien que posee mucho dinero, pero la intención detrás de ello es de que te sientes escaso y pobre, las cosas que te pasarán durante ese proceso se encargarán de mostrarte que eres pobre y escaso, aun cuando obtengas dinero alguno. Cosa distinta si tu decisión de ser opulento tiene como intención real la de convertirte en alguien abundante, ahí las cosas que te pasen serán para enseñarte a ser abundante.
Para saber cuál es tu intención real analiza los patrones que se repiten en tus comportamientos, en tus pensamientos, en la forma en que reaccionas a las situaciones, mejor dicho, en todo. Requiere de un trabajo introspectivo riguroso que vale la pena con creces, pues al saber cuál es tu intención real, puedes empezar a sanear todas las áreas de tu vida y encaminarlas mejor a lo que desees.
¿Qué deseas para tu vida?
¿Ya tomaste una decisión comprometida?
¿Qué intención real hay detrás de tu decisión?
Aléjate de la fuerza de voluntad falsa
“De acuerdo a investigaciones en psicología, tu fuerza de voluntad es como un músculo. Es un recurso finito que se agota con el uso. Como resultado, al final de tus días extenuantes, los músculos de tu fuerza de voluntad están agotados dejándote desnudo e indefenso, y con cero controles para detener los bocadillos nocturnos y las pérdidas de tiempo. Al menos eso es lo que te han enseñado. Claramente, las investigaciones sobre la fuerza de voluntad explican el comportamiento humano, pero solo a nivel superficial. El mismo hecho de que se requiera fuerza de voluntad viene de muchas fuentes fundamentales: tú no sabes lo que quieres, y, por lo tanto, te encuentras en conflicto internamente. Tu deseo (tu por qué) por tus metas no es lo suficientemente fuerte. No estás de lleno en ti ni en tus sueños. Tu entorno se opone a tus objetivos.”
Dr. Benjamin Hardy, Willpower Doesn’t Work: Discover the Hidden Keys to Success
Lo que conocemos habitualmente como fuerza de voluntad es más una lucha interna causada por indecisión sobre algo que quiero pero que aún no me he comprometido a conseguirlo del todo.
Esta falsa fuerza de voluntad es un recurso finito, tan finito como nuestra misma energía física y mental.
Los seres humanos tenemos en promedio 50.000 pensamientos al día. Si pudiéramos escudriñar el cerebro de un adicto, por lo menos 40.000 de sus pensamientos serían sobre aquello a lo que es adicto. Un alcohólico constantemente pensará en licor, un drogadicto en estupefacientes, un ludópata en apuestas, etc.
Así pues, aun cuando el adicto sepa en su razonamiento que su comportamiento es malo y que debe dejarlo, el simple hecho de que tenga ese conflicto mental entre recaer y evitar su comportamiento maligno implica una falta de decisión comprometida. Por tal motivo acude a la fuerza falta de voluntad para evitarlo, y cuando los músculos de la falsa fuerza de voluntad se agotan, recaerá indudablemente en su vicio.
Acceder a la verdadera fuerza de voluntad requiere de decisiones comprometidas que transforman mi vida, mi comportamiento, mis relaciones más cercanas, mis intenciones, mis acciones, y mi entorno.
Cuando empezamos a cambiar nuestro entorno por medio de decisiones comprometidas, todo lo demás empieza a transformarse acorde a ello. Por eso la recomendación es iniciar por el entorno.
“El diseño triunfa sobre la fuerza de voluntad”
BJ Fogg
Si tú eres una chica obesa y has decidido con un compromiso real bajar de peso, tu entorno tiene que ser reflejo de ello para que pase. Cuando hagas las compras de tu casa, no comprarás dulces de ningún tipo, es que ni siquiera pasarás por los estantes de estos. Si tienes amigos que tienen pésimos hábitos alimenticios, cortarás contacto parcial o totalmente con ellos y pasarás más tiempo con personas que sí tengan buenos hábitos. Si eras cliente frecuente de sitios de buffet libre, romperás tu membresía y sólo cocinarás en casa o sólo irás a restaurantes de comida saludable. Empezarás a ser más activa físicamente. Y muchas cosas más referentes a tu entorno que transformarán tu vida radicalmente.
Por ejemplo, en mi etapa de preadolescencia, yo era un adicto a los videojuegos. Cuando estaba en mis vacaciones del colegio, despertaba a las 5 o 6 de la mañana y empezaba a jugar desde ahí hasta las 9 de la noche, y sólo hacía pausas para comer e ir al baño. Y cuando estaba estudiando, llegaba del colegio y empezaba a jugar hasta la noche y no hacía mis tareas.
Cuando finalmente supe que tenía un problema con los videojuegos, empecé a hacer cambios drásticos en mi entorno. Por ejemplo, me deshice de varios juegos de mi habitación y vendí una consola. Empecé a frecuentar menos entornos donde los videojuegos eran el centro de atención y empecé a ir a un gimnasio. Mis horas de juego las empecé a reemplazar gradualmente por horas de lectura. Y, sumado a más cambios, años después ni siquiera tengo aplicación alguna de juegos en mi celular, es que ni siquiera pienso en jugarlos, pude superar mi adicción.
Cada cosa en tu entorno, en tu círculo social, y en tu diario vivir que te haga sentir indecisión ante cosas que quieres hacer o evitar, te hará acudir a la falsa y finita fuerza de voluntad. Por eso, sé meticuloso diseñando todo lo referente a tu vida.
Si bien hasta ahora sólo hemos visto lo referente a superar adicciones, esto aplica igual para conseguir las cosas que deseas. O sea que, diseñar tu entorno y tu vida de acuerdo a tus decisiones comprometidas es la forma en la que accedes a la verdadera fuerza de voluntad.
¿Deseas crear una empresa que da muchos empleos? Tu día a día debe estar de lleno en tu emprendimiento evitando toda distracción y capacitándote para que tu empresa prospere y crezca.
¿Deseas tener una relación de fidelidad con tu pareja? Habla con él/ella y definan límites para lo importante, cierra tus perfiles que tengas en aplicaciones de citas, y dedícale un tiempo importante de cada día a esa persona para hacer actividades que los compenetren más como pareja.
¿Qué deseas para tu vida?
¿Tomarás una decisión comprometida para lograrlo?
¿Cuál sería el entorno adecuado para lograrlo sin que la indecisión aparezca?
¿Qué cosas en tu comportamiento, en tus pensamientos, en tus intenciones, y en tus acciones deben cambiar?
Conclusión
Verdadera fuerza de voluntad = decisión comprometida.
Falsa fuerza de voluntad = indecisión.
Para tomar decisiones comprometidas debemos cortar cualquier alternativa posible, porque de lo contrario no es una decisión sino más bien una inclinación hacia algo.
Para saber si tomaste una decisión comprometida o no, revisa que no tengas ningún atisbo de duda. De existir duda, por pequeña que sea, debes hacer un replanteamiento y un análisis introspectivo para ver por qué dudas.
Tus decisiones comprometidas son la pauta por la cual diseñas tu entorno y tu vida, ya que nada externo a ti que pueda influenciarte debería generarte duda tampoco.
Cuando dudas, quemas energía física y mental intentando hacer o evitando algo, lo cual a su vez también desperdicia tu tiempo. Imagina que, si en vez de perder tu tiempo y tu energía en cosas tan ineficientes como estar dubitativo, usaras tus recursos disponibles para acercarte cada vez más a lo que deseas. ¿Dónde estarías ahora?
La falsa fuerza de voluntad es un agotamiento innecesario e ineficiente de tus recursos disponibles, entre ellos tu energía y tu tiempo.
La verdadera fuerza de voluntad es una fuerza poderosa a la que todos tenemos acceso porque nace del instinto.
La verdadera fuerza de voluntad es muy poderosa pero un tanto descontrolada. Para poder usarla a nuestro favor y controlarla, debemos valernos de nuestra intención para transformarla en deseo. Una vez transformada en deseo, podemos usar ese poder para conseguir y superar lo que sea que nos imaginemos por medio de decisiones comprometidas.
La verdadera fuerza de voluntad es la llave hacia tus sueños
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