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Los 8 niveles para incrementar tu riqueza, tu abundancia y administrar mejor tu dinero

“Encuentro que la mejor forma de amar a otros no es cambiarlos, sino al contrario, ayudarles a revelar la versión más grandiosa de sí mismos.”
Steve Maraboli, Unapologetically You: Reflections on Life and the Human Experience

Bogotá. Marzo, 2019

Estoy por encontrarme con mi amigo David, a quien de cariño le digo <<Sierrita>> pues su apellido es Sierra.

En el fondo no me siento bien en mi autoestima ni en mi confianza. Hace alrededor de un mes que accedí a una refinanciación de Icetex porque llevó varias cuotas en mora con ellos por el dinero que me prestaron para financiar mi carrera profesional.

Accedí a eso porque estoy desempleado, no tengo dinero, y no quiero que se eleve la cobranza a nivel jurídico ni que embarguen a mi deudor solidario.

Ya he empezado a buscar empleo, pero no he tenido éxito aún. Ha sido ya un mes y en todas las empresas en las que me he presentado me han dicho palabras similares a estas: <<Genial tu hoja de vida, nos gustaría trabajar con un perfil como el tuyo, pero en este momento no será, de todas formas guardaremos tu hoja de vida por si alguna cosa pasa en el futuro>>.  En conclusión, ninguna me dijo que sí… ni tampoco hubo alguna cosa en el futuro.

El problema de no haber encontrado trabajo hasta ahora es que ya me toca pagar una cuota de la deuda, sin embargo, no tengo dinero para eso y me pondré en mora nuevamente. Estoy en una situación financiera nada deseable, la verdad no sé qué hacer.

Mi amigo me llamó hace unos días porque quiere montar una empresa y me quiere hacer su socio, por eso nos reuniremos para ver qué puede salir de acá. Pienso ingenuamente para mis adentros que si el empleo no es la solución ahora, quizá el emprendimiento sí lo sea.

—¿Qué más mi Jean? —Me dice mi amigo mientras nos damos un abrazo de saludo y de reencuentro porque hace algunos años no nos veíamos.

—Cuánto tiempo Sierrita. Mira cómo has crecido. —Bromeo un poco con él como en los viejos tiempos cuando éramos compañeros de clase en el colegio.

Entramos a un McDonald’s para hablar un poco de lo que había pasado en la vida del otro desde la última vez que nos habíamos visto.

Una vez nos actualizamos sobre la situación personal de cada uno, entramos en materia, hablamos de negocios. Él me comentó una idea que me pareció brutal.

—En el edificio de apartamentos en el que vivo hay un área común que tiene piscina, squash y un gimnasio. He estado entrenando allí en los últimos meses —me dice David mientras flexiona su brazo derecho para mostrarme con orgullo sus ganancias—, y me hablo con los entrenadores que lo dirigen. Ellos vienen de una empresa a la cual las administraciones de los edificios como el mío los contratan por un monto fijo cada mes, y simplemente ponen unos entrenadores para que estén pendientes de las personas que entran a hacer uso de las instalaciones.

—¡Increíble! Sobre todo porque hace unos meses estuve ayudando a un amigo que alquiló el espacio de gimnasio de un edificio de apartamentos para montar su negocio ahí, pero él debía pagarle un monto cada mes a la administración y no al revés. De hecho, no se me había ocurrido un modelo de negocio así, y eso que he trabajado algunos años en gimnasios y conozco esa industria.

—Sí mi Jean. La idea es montar uno nosotros, pero uno bien administrado porque la empresa que está manejando el de mi edificio son muy malos y la gente se ha quejado mucho.

—O sea, tú me estás diciendo que tomemos ese modelo de negocio y lo mejoremos, ¿verdad?

—Exacto. Es más, podemos empezar por mi edificio. Yo ya estuve hablando con la administradora y me dijo que le pasara la propuesta. Ah, y un amigo ya me dio el número de 2 administradores para empezar a contactarlos.

Esto me estaba llenando de mucha emoción porque la idea era brutal, intentaba dimensionar en mi cabeza el potencial que tendría un negocio así debido a la creciente propiedad horizontal que había en Bogotá.

En ese momento decidimos que íbamos a empezar. Él iba a ser el socio que ponía los recursos financieros y yo el capital intelectual y operativo.

Me puse a trabajar en la planificación, en la creación de las propuestas, a visitar distintos edificios y a llamar a los clientes potenciales. Sin embargo, pocas semanas después me di cuenta de que, si las implicaciones personales de las personas no son resueltas, sus emprendimientos no tendrán éxito por más potencial que tengan.

Un mes después

Había dejado casi por completo la búsqueda de trabajo para dedicarme a sacar el emprendimiento adelante, pero aun así este último seguía sin generar ingresos e Icetex seguía cobrando, era mi segundo mes sin pagarles, ya la mora era inevitable nuevamente.

Había llamado a muchos administradores de propiedad horizontal, había visitado varios edificios con potencial de ser nuestros clientes, y ya había pasado varias ofertas en distintos puntos, de hecho, en algunas entregas de ofertas tuve que caminar largas distancias porque el transporte público era un lujo en ese momento para mí.

El dinero no se veía. Ninguna de las ofertas pasadas hasta ese momento había tenido una respuesta favorable, ni siquiera una posibilidad. Cuando hacía llamadas de seguimiento a los administradores, ellos me decían que la junta no lo había aprobado o que todavía no se habían reunido para decidirlo.

Mi mente estaba tan centrada en hacer dinero porque sentía que lo necesitaba, lo cual hizo que eso generara una energía de tensión que provocaba que el dinero me fuese esquivo a mí y, en consecuencia, al proyecto.

Nuestro emprendimiento de gran potencial no daba frutos todavía, e infortunadamente yo no me encontraba en una situación en la que ser paciente fuese una posibilidad, necesitaba ganar dinero ya y como sea. O sea, no estaba en la situación más deseable para ponerme a emprender un negocio.

Gracias a esto aprendí que, primero, hay que evaluar la situación para saber qué es más idóneo hacer, y, segundo, que el enfoque no debe estar en el dinero. El enfoque debe destinarse a la construcción de algo cuyo funcionamiento sea recompensado con dinero porque le es útil a otros. De haber aplicado esto, la historia hubiese sido diferente.

Otro mes más después

Seguí intentándolo más, pero seguía sin dar resultado, mi escasez personal estaba afectando al proyecto evitando que generara la prosperidad que debería generar. (Poco más de un año después me di cuenta que fue así, mi situación reactiva y escaza era una implicación personal que impedía el éxito en este emprendimiento, así que, si lees esto Sierrita, perdón, fue mi culpa que las cosas no se dieran como el proyecto lo merecía, aun así te agradezco mucho por haber confiado en mí, aprendí bastante de esta experiencia.)

Por fortuna, para mí a nivel personal, obtuve un trabajo que me permitía generar un dinero y empezar a pagar mis obligaciones. Sin embargo, era un empleo de baja remuneración, y, como todo trabajo de bajos ingresos, era monótono y demandaba mucho tiempo y energía, por lo cual tuve que renunciar al proyecto por completo para poner en orden mi vida. (Nuevamente, perdón Sierrita)

Aunque el proyecto no se dio, el acto de mi amigo hacia mí, sin él saberlo, le redundó en muchísima abundancia para su bolsillo. Y gracias a él yo aprendí a cómo atraer esa riqueza también. (Así que, gracias Sierrita, por todo.)

Caridad: La forma de atraer riqueza

“Tienes que sentir que mereces cosas buenas, de lo contrario tu subconsciente podría sabotear todos tus mejores esfuerzos. Si tú no sientes que verdaderamente mereces gran éxito financiero, entonces te encontrarás batallando con un obstáculo casi insuperable: tu subconsciente. Dar regalos de forma regular desde tu ingreso a la caridad es una excelente forma de que de una vez por todas persuadas a tu subconsciente de que tú mereces lo que te espera al frente. De esta forma, no sólo le darás fin a este sabotaje, [tu subconsciente] comenzará a asistirte en tu búsqueda conscientemente.”
Rabino Daniel Lapin, Thou Shall Prosper

“Compartir crea espacio en tu vida para más bendiciones venideras. Dar crea un circuito interminable. Tú ganas, tú das, y entonces tú ganas más.”
Celso Kukierkorn, Secrets of Jewish Wealth Revealed!

Mi mentor, Moisés Furman, dice que hay dos cosas que él nunca verá: a un bruto iluminado y a un filántropo pobre.

Dar caridad es un acto de abundancia total. Es un acto que no trata tanto de la cantidad que se da sino de la intención con la que se hace.

Ayudar a otros con lo que tienes es decirle a la vida que te sientes muy agradecido por lo que has conseguido, y por esa razón decides retribuir a las personas que lo necesitan con una parte de lo que has ganado.

Dar caridad sienta un precedente de buena administración del dinero y de despreocupación por lo que pueda venir en el futuro, en otras palabras, sueltas ese dinero con alegría porque muy en el fondo tienes la certeza de que este volverá, e incluso también tienes la certeza de que vendrá a ti en cantidades mayores.

Y, además, es una forma en la que, no sólo puedes apoyar y financiar causas en las que crees, sino también puedes fortalecer tu relación espiritual con un ser superior al que le rindas cuentas.

Pero, para dar caridad hay que ser y sentirse abundante y próspero.

Quien se ve a sí mismo pobre y se siente como tal nunca dará de lo que tiene para apoyar a otros y siempre estará en el lado de los que piden y/o necesitan ayuda.

Hay quienes dicen que ellos donarán cuando tengan mucho dinero, pero pasa el tiempo y siguen sin tener dinero, por tal motivo nunca donan. Para aquellos que han vivido esto, después de leer este artículo entenderán porque les pasa y qué pueden hacer para resolverlo.

“Si estás en el 1% más afortunado de la humanidad, le debes al resto de la humanidad pensar en el 99% restante.”
Warren Buffet

Cuando ayudas a otros dando caridad, deberías de estar muy agradecido porque estás en el lado de los que pueden dar y, además, no eres envidioso, sino que deseas que otros sean prósperos también, pues sabes que a veces aportar un pequeño empujón es lo que otros podrían necesitar para prosperar.

Sí, hay otro lado, uno donde las personas que necesitan recibir. Hay un lado de personas que viven en la escasez y por lo mismo pueden aportar poco o nada a otros en términos económicos. Pero, aunque sé que lo próximo sonará cruel, este lado existe para que podamos entender los conceptos de abundancia y escasez y para experimentar el placer de dar.

Los opuestos en la vida existen para poder entender un concepto. Imagina que alguien nace en un planeta donde el sol siempre está iluminando los cielos, ¿crees que esa persona podría entender cuál es el concepto de la noche? Seguramente no.

Igual pasa con la pobreza y la riqueza. Si todos en el mundo fuésemos extremadamente ricos y nunca necesitáramos nada de nuestros prójimos, nunca podríamos disfrutar del placer de dar a otros que necesitan recibir, ni tampoco comprenderíamos la diferencia que existe entre abundancia y escasez.

Toma a los personajes bíblicos de Adán y Noé. El primero nació en un lugar donde ya todo estaba hecho para él y nunca tuvo que hacer nada para construirlo, simplemente debía tomar. En cambio, el segundo vio como su mundo fue destruido y le toco reconstruirlo desde cero. Por lo cual, si le preguntásemos a Adán sobre construir el mundo, probablemente no entendería ese concepto, en cambio Noé sí te lo podría explicar.

Lo bueno de la vida es que es cambiante, nada está escrito, y tú puedes cambiar tu realidad cuando tomas con autoridad una decisión comprometida seguida de las acciones que hagan falta. Así que, si hoy estás en el lado de los que necesitan, es totalmente posible que en un futuro puedas pasar al lado de los que dan y puedas empezar a ayudar a otros.

Cuando das tu caridad a quien la necesita, debes reconocer un lugar de superioridad que tiene esa persona sobre ti, pues él/ella está viviendo una situación de necesidad para permitirte experimentar el acto de dar y la sensación de abundancia. Recuerda que la filantropía y la pobreza son palabras incompatibles.

Incluso, la caridad, al ser una demostración de abundancia, es una forma en la que podemos declararle a la vida que deseamos más y nos sentimos merecedores de más abundancia, tal como dice la frase del rabino Lapin al principio de este apartado.

Y en cuanto a la cantidad que se debe dar, si bien ya mencionamos que el número no es lo importante pues es más importante la intención que hay detrás de darla, hay una recomendación ancestral que se trata del…

Diezmo

“…diezmar no es algo que hago para limpiar mi consciencia y así poder hacer lo que quiera con el 90% restante. ¡Este también pertenece a Dios! Debo buscar de su dirección y de su permiso para lo que sea que haga con el monto total. Puede que descubra que Dios tiene diferentes ideas a las que yo tengo.”
Randy Alcorn, Money, Possessions and Eternity

A lo largo de la historia hemos escuchado, en especial en ámbitos religiosos, que una décima parte de lo que produzcan las personas debe ser dado, ya sea a los pobres o como pago a una autoridad superior.

Hay una historia de un señor que tenía un campo de trigo y siempre regalaba a los pobres una décima parte de su cosecha. A su hijo no le gustaba esto porque pensaba que estaban perdiendo dinero pues podían vender esa décima parte y sacarle más ganancias al negocio, sin embargo su padre era inflexible con eso y seguía dándolo aun si su hijo no estuviera de acuerdo.

Pasado un tiempo, el señor falleció y la cosecha pasó a ser administrada por su hijo. Este vio que ahora sí podría dejar de darle a los pobres y vender toda la producción ya que su padre no estaba allí para impedírselo; y así lo hizo. Los años pasaron y la producción empezaba a ser cada vez menos al punto que el hijo se dio cuenta que no estaban produciendo más allá de la cantidad equivalente que su padre solía donar a los pobres.

Esta historia tiene como moraleja que entendamos que no todo lo que producimos nos pertenece. Hay una parte que pertenece a otros, pero, por alguna razón, la vida nos la dio para que la administremos y se la hagamos llegar a quien le pertenece.

Así pues, dar caridad y ser generosos no es más que un acto de justicia y de buena administración del dinero.

Alguna vez alguien me dijo que la forma en la que le podemos demostrarle verdadero amor al dinero es administrándolo correctamente. En términos espirituales, diezmar simplemente hace parte de esa correcta administración. Por esa razón, si das caridad, la vida verá que eres responsable y justo por lo que te empezará a dar más para que sigas administrando más recursos de forma correcta.

No es casualidad que las personas que tienen inmensas fortunas sientan ese deseo innato de querer apoyar y/o crear organizaciones benéficas, sumado a que dan millones de sus posesiones para poder ayudar a otros. La vida ve su buena administración y sigue dándoles más prosperidad porque confía en ellos como administradores, y porque entendieron el secreto.

Uno de los secretos de la vida es dar, pero dar sintiendo placer de hacerlo, ya que sólo aquel que disfruta al dar, aún sin esperar nada a cambio, será quien recibirá más. El diezmo es una de esas formas placenteras que existen de dar.

¿Alguna vez has dado caridad?

De haber sido sí tu anterior respuesta, ¿sentiste placer y/o alegría al darla la última vez que lo hiciste?

En caso de que tú respuesta sea un no a cualquiera de las dos preguntas anteriores, quizá esta historia te haga cambiar de opinión.

En la juventud de George Q. Cannon, él era pobre y practicaba su religión cristiana de forma regular. En la congregación a la que asistía, a los miembros se les alentaba a dar el 10% de sus ingresos como una muestra de fe y de su relación con Dios. Como buen cristiano, George daba su diezmo a pesar de su situación económica.

Un día George tuvo la idea de dejar de dar su diezmo de forma retroactiva, o sea dar 10% de su ingreso actual. Se le ocurrió empezar a dar el diezmo respecto al ingreso que deseaba recibir en el futuro. Para él esto no era un costo, sino una inversión en su futuro y en su relación con Dios, por lo cual su aproximación a dar el diezmo era totalmente proactiva.

Como el obispo de su comunidad conocía su situación económica, este le preguntó sobre la razón detrás de dar un diezmo mayor al que debería, a lo cual George respondió que él no daba respecto a lo que ganaba, sino a lo que deseaba ganar. Dicho y hecho, el año siguiente George recibió un ingreso superior, uno respecto a la cantidad de diezmo que dio.

Esta historia es cierta y es fascinante, pero con esto no te digo que vayas a ganar más dinero si te pones a donar cada vez más. Simplemente, George pudo atraer abundancia a su vida por medio del diezmo, ya que lo daba desde una intención proactiva en la que estrechaba aún más su relación con el ser superior al que él le rendía cuentas.

Si una persona hace lo mismo que George, pero lo hace desde una intención reactiva en la que en verdad espera recibir dinero a cambio de hacerlo, siendo esa la razón por la cual verdaderamente lo da, no va a ser efectivo, incluso hasta puede ser contraproducente para su economía personal.

Debido a lo anterior, si en este momento estás pensando en dar tu caridad, sobre todo si es la primera vez, te invito a que revises las intenciones reales que hay detrás de ello. Y también te invito a qué lo hagas sintiendo alegría. Más adelante te diré cómo lo puedes hacer.

Por otra parte, por medio del diezmo es la única forma permitida que existe en la que puedes probar al Eterno.

“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora con esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”
Malaquías 3:10

Hay un concepto llamado <<doblarle el brazo a Dios>>, el cual trata de que puedes pedirle algo al eterno para que te lo dé y a cambio tú das una caridad. Sólo funciona con el diezmo o con una cantidad superior, y, lógicamente, tu intención debe venir desde la proactividad.

Por ejemplo, recién inició la cuarentena en Colombia en marzo del 2020, sentí enorme preocupación por la salud de mi hermana y mi madre, en especial por la primera porque ella es médico y estaba trabajando en el hospital principal de la zona de Bogotá más afectada por contagio de coronavirus, incluso le tocó atender a personas que eran sospechosos de tenerlo y personas que eran casos confirmados durante el transcurso de la pandemia. Tuve una conversación con el Eterno en la que le pedí que ni ella ni mi madre enfermasen de ese virus, y me comprometí a donar mercados a gente pobre para esos fines.

Lo increíble fue que, pasados varios meses, mi hermana se hizo un examen de sangre en el que los resultados mostraron que no tenía el virus y que en ningún momento se había contagiado del mismo. Es más, mi madre tampoco se enfermó de eso o algo parecido en el mismo periodo. Agradezco mucho al Eterno por eso.

Cabe aclarar que, aún si haces lo anterior, hay planes de vida superiores que deben cumplirse sí o sí, y si haces algo parecido por una persona, pero el alma de esa persona decidió morir en ese momento y por esas circunstancias, simplemente debes respetar la justicia del juez. De todas formas, esto ya sería tema de otro artículo, así que volvamos al tema que nos compete acá.

Ya quedó claro que la cantidad a dar debería ser el 10% de todo lo que produces, recuerda que, espiritualmente, no es tuyo en sí y sólo lo recibiste para administrarlo y darlo a quien le pertenece. Aunque, hay quienes dicen que la base de cálculo de tu diezmo debería de ser el ingreso total menos los costos asociados a producir el ingreso. Es más, hay quienes no dan el diezmo mensual, sino que lo dan de forma anual.

Sea cual sea tu situación, en caso de que tengas dudas, consulta primero a tu guía espiritual de confianza para mayor discernimiento sobre el asunto y las reglas para calcular tu aporte.

Si deseas dar una cantidad superior a esa décima parte, recuerda que debes respetar las obligaciones de tu vida, por ejemplo, el sustento de tu hogar, el pago de tus empleados, entre otros. Así que, si dar más del 10% te afecta en el cumplimiento de tus obligaciones de vida, quédate en esa cantidad.

Pero, si por alguna razón pasa algo que te haga tener que usar tu diezmo para atender otra cosa distinta, por ejemplo, una urgencia médica tuya, el estudio de tus hijos, o te encuentras en un periodo en que debes construir antes de dar; recuerda que el Eterno es comprensivo y sabrá porque no lo diste, sólo coméntale la situación.

Claro que, si no eres religioso ni crees en Dios, también puedes diezmar. Dar el diezmo es una forma de entrenar tu conducta, una forma de fortalecer la parte de soltar el dinero con alegría teniendo la certeza de que el dinero vendrá en el futuro y en mayores cantidades.

Igualmente, el diezmo te sirve para pulir tus habilidades de administrador de tu dinero, ya que para darlo debes estar claro en tus ingresos y en tus gastos, por lo cual debes hacer un control disciplinado tanto del movimiento de tu dinero como de las decisiones que tomes con este.

Ahora sí, ya que sabemos qué es dar caridad y cuánto deberíamos dar, podemos pasar a las preguntas de: ¿Cómo darlo? Y, ¿a quién darlo?

Los 8 niveles de dar caridad

“Para desarrollar una fe duradera es esencial un compromiso duradero de ser un dador íntegro del diezmo. Inicialmente se requiere de fe para diezmar. Luego el dador del diezmo desarrolla más fe al punto que darlo se convierte en un privilegio precioso. Diezmar es una ley antigua de Dios. Él hizo una promesa a sus hijos de que él abriría ‘las ventanas de los cielos, y derramaría… una bendición tal que no habrá lugar suficiente para recibirla’.”
Russel M. Nelson, Accomplishing the Imposible: What God Does, What We Can Do

Si bien dar caridad es muy bueno dado todo lo que hemos visto hasta ahora, no todas las generosidades hechas son evaluadas igual. Hay niveles superiores a otros dependiendo de cómo ayudamos, y lógicamente estar en los niveles más altos siempre será lo ideal.

El sabio medieval Maimónides escribe en su libro Mishné Torá que existen 8 jerarquías en cuanto a dar la caridad. Veremos cada una de ellas, de la más elevada a la menos, y la recomendación es siempre estar en el podio, en los 3 primeros niveles.

Nivel 1: El compañero

“…aquellos que rompen las reglas son escoria. Pero aquellos que abandonan a sus amigos son peor que la escoria.”
Obito Uchiha, Personaje de Naruto Shippuden, obra de Masashi Kishimoto

El nivel más elevado, no habiendo un nivel superior a este, es cuando una persona le tiende la mano a su compañero que su situación económica declinó, fortificándolo mediante la entrega de un presente, un préstamo, proponiéndole crear una sociedad con él, o consiguiéndole un trabajo, procurando fortalecerlo de modo que no necesite acudir a las personas para pedirles.

En este nivel nos anticipamos a la caída de alguien cercano. Procuramos ayudarle a generar sustento para que no caiga en desgracia económica ni se vea forzado a tener que pedir la caridad de otros.

Por lo general, este nivel no se le ve o reconoce como la entrega de un diezmo a ojos de las personas, sino que se le ve más como la ayuda que se le debería dar a todo familiar o amigo que la necesita.

Cuando mi amigo Sierrita me propuso la sociedad para sacar adelante el emprendimiento, no me estaba dando una limosna para ayudarme, él me estaba proveyendo de un mecanismo por el cual había un potencial de generar un sustento digno. Si bien no se dio, sé que las intenciones de él fueron muy transparentes por lo que eso le debió redundar en una abundancia tremenda.

La vida económica de las personas tiene sus periodos de subidas y bajadas, es algo totalmente natural porque esas contracciones y expansiones son necesarias para poder soportar un crecimiento continuo. Pasa igual que en todo gráfico de tendencia alcista de un mercado, subidas y bajadas, pero las subidas siempre más altas que la anteriores subidas, y las bajadas menos bajas que las anteriores bajadas.

Por tal motivo, esas contracciones económicas pasarán en cualquier momento de la vida, no hay que preocuparse porque siempre anteceden a la expansión, entonces que ocurran es muy bueno, simplemente no hay que bajar la guardia.

Infortunadamente, la vida no siempre será una tendencia alcista para todos, en determinados momentos y por ciertas circunstancias y/o consecuencias, alguien podría pasar por una tendencia bajista, una que pareciera que cada día que pasa las cosas se ponen peor.

Si detectamos una contracción normal de una tendencia alcista, o una tendencia bajista en la vida de alguien cercano, podemos tenderle la mano con nuestro diezmo en la forma que sea para que no decaiga.

Por ejemplo, en un trabajo en el que estuve, uno de mis compañeros tuvo que hacerse cargo de toda su familia con su sueldo, razón por la cual todos los días iba con los mismos zapatos y estos ya necesitaban un cambio pronto por tanto desgaste. Como yo entendía su situación y sabía que no le era posible cambiarlos porque de hacerlo se descuadraba, entonces un día le regale unos zapatos nuevos con mi diezmo aligerándole así un gasto que podía hacerle pasar un mes muy difícil a él y a su familia.

Otro ejemplo es el de una amiga mía cuya hermana se separó de su marido y quedó sin nada tras la separación. Mi amiga le dio un préstamo sin intereses y sin acuerdos de pago para que su hermana comprara unos instrumentos de cocina y unos insumos de alimentos. Con todo esto ella pudo cocinar productos para que los vendiera y se ganase su sustento por sí misma.

Ejemplos y formas de hacerlo en este nivel hay muchos. Lo importante es que, si vas a dar caridad, lo mejor siempre será darla a las personas más cercanas a ti.

Si un amigo o familiar tuyo está por entrar en desgracia económica, tiéndele la mano con lo que te sobra.

Nivel 2: Anonimato bidireccional e intermediación

“Donar a instituciones religiosas, organizaciones benéficas, etc., es un acto noble. Lo que lo hace sagrado es que la mano izquierda no sepa qué es lo que la mano derecha da.”
Anónimo

Cuando una persona otorga la caridad siendo generoso con los pobres sin saber a quién le otorga eso que le dio, y el pobre no sabe de quién recibe lo que recibió.

Es claro que el hecho de estar en el lado de necesitar recibir caridad puede llegar ser humillante para una persona. En este nivel le ayudamos mientras aplicamos saving face (le salvamos su honor, su dignidad y cuidamos su reputación) al no saber ni quién es el receptor, ni que esa persona sepa que nosotros le dimos.

Para que este nivel ocurra tiene que haber un intermediario que se encargue de hacerle llegar nuestra ayuda a los necesitados. Por eso, como intermediarios entrarían todas esas personas y organizaciones, muchas sin ánimo de lucro, que reúnen dinero y recursos tangibles, como ropas o comida, entre otros; para hacerlo llegar a los necesitados.

Por ejemplo, una vez iba caminado por un centro comercial y vi un recipiente de donaciones que parecía una alcancía, al lado tenía un cartel que decía que todo el dinero que entrará en el recipiente sería destinado a apoyar a soldados retirados que tenían alguna discapacidad debido a heridas de guerra. Meter monedas o billetes allí ayudaría a alguien cuyo nombre y rostro desconozco, a su vez que el beneficiado no sabría nada de mí.

Otro ejemplo fue lo que hizo Denzel Washington en una academia de arte dramático donde contribuyó con una donación privada para que muchos jóvenes aspirantes a actores que no podían costearse con facilidad esos estudios pudieran hacerlo. Entre esos estudiantes que ayudó estuvo Chadwick Boseman, quien en sus palabras como agradecimiento en un discurso dijo, <<…no hay Pantera Negra sin Denzel Washington>>. Bueno habría que aclarar que Denzel está en este nivel porque en el tiempo en que los jóvenes recibieron la ayuda y la disfrutaron, ninguno de ellos supo que había sido él, sino que se enteraron muchos años después.

Si bien se podría decir que cualquier donación entraría en este nivel, existen dos requisitos que deben cumplirse para que esto se cumpla apropiadamente.

1) El intermediario debe ser fiel y comportarse adecuadamente.

La persona que se va a encargar de repartir tu caridad y la de otros tiene que ser intachable en su actuar dada su responsabilidad.

Debe ser una persona que tú sepas que verdaderamente le va a hacer llegar a los necesitados lo que tú le das, pues, aunque tu intención sea la más pura a la hora de darla, si esta persona no la hace llegar, es como si tú no la hubieses dado en realidad. Y no creo que quieras dejar de cumplir con tu diezmo por culpa de otro.

Yo suelo dar mi diezmo a una fundación que se encarga de apoyar a los niños pobres en Bogotá. Como conozco a la persona encargada de la repartición de las ayudas, sé que cumple con este requisito, así que le doy mi diezmo con toda la confianza, ya que ella le ha hecho llegar mi caridad a los niños. Lógicamente, yo no conozco a los niños ni ellos saben de mi existencia.

Es decepcionante ver casos en los que una persona encargada utiliza estas ayudas para sus usos personales sin consentimiento de los dadores. Por eso, para evitar esto, primero cerciórate de que el intermediario cumple con este requisito antes de dar tu caridad.

En caso de que no encuentres a alguien que cumpla con este requisito y te permita estar en este nivel, siempre será mejor que tú mismo busques directamente a quien necesita la ayuda para que se la des. Recuerda el nivel 1, esa persona podría estar al lado tuyo en este momento.

2) Lo que reparta el intermediario debe ser mínimo el equivalente a tu diezmo

Es normal que muchas organizaciones sin ánimo de lucro utilicen parte de lo que reciben para pagar actividades y personas que hacen posible las entregas de las ayudas que les encargan a los necesitados, esto debido a su objeto social.

El problema de esto es que si, por ejemplo, tu diezmo es de 100 USD y los das al intermediario, pero esta saca 5 USD para pagar la ejecución de las actividades de entrega, al final este sólo entregaría 95 USD como tu caridad, lo que significa que no estarías cumpliendo con tu precepto de dar la caridad porque no equivaldría al 10% que deberías dar.

Una solución a esto sería que el mismo intermediario te diga el valor de esos costos extras para que tú los asumas con un dinero aparte de tu diezmo.

En noviembre del 2020 cuando el huracán Iota arrasó con la isla de providencia, Uber ofreció a sus usuarios la posibilidad de brindar ayudas a los damnificados por esa catástrofe ambiental, pero les avisaron a los usuarios que tenían que asumir el valor del desplazamiento de las ayudas desde donde las enviaran hasta el centro de recolección de donde saldrían hacia la isla. De esta forma Uber les dejaba en claro a los que pensaran en dar su diezmo por este medio cuál era el costo de esa actividad para que así ellos pudieran darlo completamente sin que se afectara.

La otra solución es dar una cantidad mucho mayor a lo que tendrías que dar de diezmo. Así, si existiese algún costo que la organización o la persona pague con un pedazo de los diezmos, la caridad cumpliría con dar ese 10% o más sin problema.

Digamos que el diezmo que deberías dar es de 100 USD, pero decides donar 120 USD. Si la organización tomara 10 USD de lo que diste para cubrir algún costo, aun así estarías dando 110 USD, lo cual es más que suficiente para cumplir con dar tu diezmo.

En todo caso, lo ideal siempre será que tu diezmo llegue completo y que el intermediario no tenga que utilizar de lo que le das para cubrir costos de ningún tipo.

Nivel 3: Eres anónimo, pero sabes a quién le das

“¿Tú crees que si la vaca no hubiese caído por el barranco esta familia se encontraría donde se encuentra ahora?”
Maestro a su alumno tras ver una familia pobre que prosperó, Parábola de la vaca

Cuando una persona otorga la caridad a su semejante conociendo a quién otorga, pero el pobre no sabe de quien recibe la generosidad.

Al igual que en el nivel anterior, aquí seguimos teniendo en cuenta la sensación de humillación que puede sentir una persona por el hecho de necesitar recibir caridad. La única diferencia es que nosotros sí sabemos a quién le estamos dando la ayuda mientras permanecemos en el anonimato.

En este nivel tienes conocimiento de la situación de necesidad de una persona y le ayudas, pero haces lo posible para que esta no sepa que fuiste tú quien le ayudo.

Recuerdo la historia de una comunidad religiosa que se reunía continuamente para recibir las doctrinas espirituales de un sabio. En esa comunidad había un señor de tercera edad ya pensionado que siempre asistía con un sombrero hecho de papel y que solía pedir ayuda de los diezmos que daban las personas.

Dos miembros de esa comunidad creían que el hombre mentía porque él era pensionado, por lo cual un día lo siguieron hasta su casa. Al llegar allá vieron la fachada de una casa común que no se veía ni de rico ni de pobre. Entonces golpearon y el señor les abrió. Ellos le dijeron que les daba curiosidad ver que él pidiese ayuda de los diezmos si estaba viviendo ahí y recibía el dinero de su pensión así que les gustaría ver cómo vivía él.

El señor no tuvo reparos en dejarlos pasar, les mostró toda la casa, les presentó a su esposa quien estaba muy enferma y consumía muchos medicamentos a causa de su condición, e incluso les mostró el interior de su nevera que estaba casi vacía. Ellos se sorprendieron de ver que todo se veía viejo y que casi no había que comer, de hecho, no entendían cómo él pasaba por eso teniendo su pensión. Él les contó que, debido a la enfermedad de su esposa, casi toda su pensión la destinaba a medicamentos y tratamientos médicos, por eso estaba viviendo esa situación tan precaria.

Los hombres le agradecieron al hombre por ser abierto, le desearon lo mejor y se fueron. Como se sintieron culpables por dudar de él al principio, fueron a una tienda a comprarle comida para ayudarle y para que tuviese alimento en los próximos días. Mientras elegían los productos, ellos seguían hablando de la condición paupérrima de aquel hombre.

Una vez en la caja para pagar, la cajera les dijo que todo ya estaba pago. Ellos quedaron atónitos y le preguntaron la razón, a lo que ella les señaló un hombre a lo lejos que estaba de espaldas y dijo que ese hombre le había dicho que él iba a pagar todo lo que ellos comprasen acá. Ellos fueron a donde el hombre a preguntarle la razón de eso; él les respondió que los había escuchado hablar de la situación de vida de aquel señor necesitado por lo que quería ser partícipe en la ayuda.

Finalmente, los tres convinieron en que le harían llegar todo al pensionado por medio de un domiciliario permaneciendo ellos como anónimos. O sea, los dos hombres actuaron en este nivel porque conocían al señor en necesidad, quien nunca supo de quien recibió, mientras que el hombre que pagó las compras actuó en el segundo nivel debido a que el anonimato era bidireccional.

«Cuando conozcas a alguien, trátalos como si se encontrarán en serios problemas y acertarás más de la mitad de las veces.»
Henry Eyring

Hay muchas veces que simplemente tenemos que escuchar a las personas y entender sus vidas y sus necesidades, este acto nos permite saber a quién le podríamos ayudar que lo pueda necesitar.

Es más, anteriormente, muchos sabios solían escuchar a las personas en necesidad y una vez que llegaba la noche iban hasta las casas de estos a dejarles ayudas debajo de la puerta, pero sin dejarles indicios a esos pobres con los que pudieran saber quién les ayudó.

Este nivel es el cierre del podio. Siempre se recomienda estar entre este y los dos anteriores para atraer la mayor cantidad de abundancia. De igual manera, estar en alguno de los siguientes también es un buen actuar en la entrega de tu diezmo.

Nivel 4: Solo el receptor es anónimo

“…su filantropía era de ese tipo de pólvora que la diferencia entre este y la animosidad era difícil de determinar.”
Charles Dickens

El pobre sabe de quien recibe la generosidad, pero el que otorga la caridad no sabe a quién le otorga.

En este nivel también sigue existiendo en cierta medida aquello del saving face, pues, aunque el pobre sepa que yo soy el que le doy, yo me encargo de no saber quien es el beneficiado de mi ayuda, lo cual puede mitigar la sensación de humillación que alguien en necesidad pueda sentir al tener que recurrir a recibir ayudas de otros.

Se podría decir que en este nivel principalmente se encuentran los grandes filántropos que hacen inmensas donaciones públicas a distintas organizaciones con causas sociales. Las personas que reciben ayuda de esas organizaciones saben que, en alguna medida, el filántropo es responsable de que eso fuese posible, pero este no sabe a quién o a quiénes beneficiará su ayuda específicamente.

Recuerdo una vez que hice una donación a una fundación para ayudar a personas pobres, no sé a quién benefició mi ayuda y ellos tampoco iban a saber que yo había sido el donador, lo cual me ponía en el nivel 2. Sin embargo, la fundación publicó una imagen en su cuenta de Instagram etiquetándome como uno de los benefactores de esas ayudas, y ese simple acto de perder mi anonimato me bajó de inmediato a este nivel.

Por lo anterior, si haces una donación esperando estar en el nivel 2, déjale claro al intermediario que preserve tu anonimato. Ya si tú quieres el reconocimiento de esa buena obra, entonces este nivel es para ti.

Modalidades de este nivel también pueden ser que tú dejes un recipiente lleno de dinero frente a los pobres con un cartel que diga: <<toma todo lo que necesites>>. Una vez ellos saben que tú lo dejaste, te retiras del sitio para no enterarte de quienes fueron los que cogieron la ayuda.

Hay más maneras de hacerlo para estar en este nivel, la idea es que se sepa que fuiste tú, pero que tú no te enteres quién fue el beneficiado.

Nivel 5: Ayuda sin solicitud previa

“No hay mejor ejercicio para el corazón que agacharse y levantar a las personas”
John Holmes

Cuando una persona otorga a su semejante la caridad en su mano antes de que este se lo solicite, pero el primero sabe que el segundo necesita la ayuda.

Antes salía a la calle y me acercaba a vendedores ambulantes, les preguntaba por el producto que vendían y el precio, aunque en realidad no me interesaba comprarlo, simplemente era la excusa para acercarme y ver cuán necesitado estaba. Poco antes de irme les daba una ayuda sin llevarme producto alguno, lo cual me ponía en este nivel porque ninguno de los vendedores me la pedía.

A lo largo de los últimos niveles hemos visto lo humillante que podría ser para alguien el hecho de tener que pedir ayuda, así que puede haber personas que no la pidan pese a que en verdad la necesiten. Entonces podemos adelantarnos y ahorrarles la pena de pedir dándoles directamente.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que, aunque una de las razones por las que no piden pueda ser la pena, quizá ellos no quieran recibirla a pesar de que la necesiten y prefieran ganársela de alguna manera que consideren más digna, como vender productos en la calle o cantar en los autobuses.

De todas maneras, el hecho de dar la ayuda a alguien que sí la necesita anticipándose a que la pida sigue siendo un acto loable, por lo cual se encuentra entre los 8 niveles ocupando esta posición.

Nivel 6: Ayuda solicitada y entregada honorablemente

“Nunca permitas que tu ego se interponga en el camino de pedir ayuda cuando la necesites desesperadamente. Todos hemos recibido ayuda en algún momento de nuestras vidas.”
Edmond Mbiaka

“Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad, y se os abrirá.”
Mateo 7:7

Cuando una persona otorga a su semejante la caridad de acuerdo con lo que es apropiado otorgarle, después de que el pobre se lo solicite.

Aquí, a diferencia del nivel anterior, el pobre sí está pidiendo la ayuda antes de uno dársela, y aquello que se le da es honorable para él o ella. Además, el dador entrega lo que puede y/o debe al pobre directamente para ayudarle.

Por ejemplo, una vez iba caminando por la calle y se me acerco una persona vendiendo bolsas negras de la basura para ofrecerme su producto, como yo no necesitaba bolsas le dije que no, entonces él me contó una situación difícil que estaba pasando, y luego me pidió una ayuda equivalente a 2 USD.

Como a mí me hacía falta dar lo equivalente a 1 USD para completar mi diezmo de ese mes, le entregué esa cantidad. Él vio que yo tenía más y me pidió más, pero algo me dijo que no le diera más, así que hasta ahí llegó mi ayuda. Me siento afortunado de haber escuchado esa voz interna, ya que, si le hubiese dado más, no hubiese podido abastecer por completo la alacena de mi hogar porque tenía el dinero exacto en mi bolsillo para esa compra de ese día.

En mi ejemplo, lo apropiado de dar para mí era completar mi diezmo y no afectar el sustento de mi hogar. Y, por supuesto, esa ayuda era honorable porque era el valor equivalente a uno de los grupos de bolsas que él vendía.

Una ayuda que no es honorable es cuando el dador entrega menos de lo apropiado a dar, y/o cuando lo que entrega no es digno de la persona que recibe. Por ejemplo, si una persona pide ayuda para pagar un pasaje del transporte público, y tú tienes lo suficiente para ayudarle sin que te afecte, pero sólo le das una moneda que es una fracción menor a lo que en verdad necesita esa persona, ahí es una ayuda que no es honorable, así que no califica para este nivel.

Muchas veces en este nivel lo que yo hago es dar aquello que necesitan, pero no el dinero. Por ejemplo, un señor me pidió ayuda para poder comprar algo de comer de desayuno, yo entré a la tienda, cogí algunos alimentos, los pagué y se los entregué al señor.

Nivel 7: Ayuda solicitada, pero entregando menos de lo apropiado

“Nadie jamás se ha vuelto pobre por dar.”
Anne Frank, Diario de Anne Frank

Cuando una persona otorga a un pobre la caridad dándole menos de lo apropiado, pero con rostro agradable.

Este nivel y el anterior son iguales, lo único que los diferencia es la cantidad que se da, pues aquí es menos de lo que es honorable darle a la persona que lo pide.

En este nivel se hace hincapié en que, al dar la caridad, el rostro desprenda una sonrisa, o sea que hay que darla con alegría. Lógicamente, este y los 6 niveles anteriores comparten esta particularidad y este gozo.

Es muy común que vayas caminando por la calle y te encuentres a alguien pidiendo limosna, sientes ganas de ayudarle por lo que metes la mano a tu bolsillo, sacas la primera moneda que agarres y se la entregas. Si bien pudiste haberle dado más pues con esa moneda esa persona no va a solucionar nada de su situación, tu intención fue benévola y aun así sigue siendo una ayuda para él o ella.

Nivel 8: Dar sin alegría

«…necesitas dejar de estar centrado solamente en ti mismo y mirar a la vida desde una nueva perspectiva… la vida no sólo se trata de ti, se trata de los demás en tu vida. Se trata sobre tu familia, tus amigos, y quien sea que Dios ponga en tu camino. Si aprendes la vida desde esta perspectiva y te centras en los otros, tu vida estará más enriquecida por esos otros haciendo lo mismo por ti.”
Mark Villareal, Leadership Lessons From Mom

Cuando un hombre otorga a sus semejantes la caridad, pero lo hace con angustia.

Uno de los requisitos fundamentales de dar la caridad es que se haga con alegría, por lo cual cualquier tipo de ayuda que des y sientas que no quieres o te cuesta hacerlo, entra en este nivel, el más bajo.

Este nivel es bueno porque el acto fue benévolo, pero está muy lejos de los demás niveles a la hora de atraer abundancia a tu vida. No digo que no la pueda atraer, pero se desaprovecha su energía potencial por mucho.

Recuerda cuan privilegiado eres al estar del lado de los que dan caridad, ya que, si te fijas, la mayoría de las personas en el mundo se encuentran en el lado de los que necesitan, por consiguiente, sólo con este argumento se debería sentir un agradecimiento y una alegría inmensa.

En caso de que necesites más argumentos para saber porque deberías sentirte alegre al dar tu diezmo, te aconsejo releer el artículo desde el principio.

Conclusión

La caridad es una de las formas más loables que existen para atraer riqueza a tu vida.

Ser generoso con el prójimo es una especie de obligación espiritual que los seres humanos tenemos, por lo cual debemos retribuir a aquellos en necesidad con lo que nos sobra de lo que tenemos.

Pero, la única forma en la que puedes dar caridad es sintiéndote y siendo abundante y próspero, pues estar en capacidad de darla te pone en una situación de privilegio. Caso contrario, si no eres ni te sientes como tal, entonces te encuentras en el lado de los que necesitan recibir ayuda.

Si bien puedes ayudar al prójimo con la cantidad que se te antoje, lo recomendable siempre ha sido dar al menos un 10% de todo lo que generas. Recuerda que no todo lo que te llega te pertenece, hay una parte de eso que pertenece a otros, pero a ti te dieron la responsabilidad de hacérselos llegar.

Existen muchas formas en las que pueden puedes dar tu caridad, de hecho, hay 8 niveles distintos en los que se encuadrarían cualquier ayuda que des. La recomendación siempre será procurar estar en los 3 primeros para poder atraer el máximo de riqueza posible.

¿Ya has dado la caridad que te corresponde dar?

¿Sientes alegría al poder brindar una ayuda a tu semejante?

Te invito a dar tu caridad. Aunque no creas en nada de lo que has leído hasta acá, simplemente hazlo para hacer del mundo un lugar mejor mientras aprendes a administrar tu dinero de forma más consciente.

 

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